miércoles, 2 de noviembre de 2011

Strawberry Fields Forever

Hay instantes en los que desearía no pensar, sentir o vivir, por el solo hecho de que pensar duele, vivir duele.
Es como si un elefante se sentara sobre mi, como si me pusieran suero en los brazos, como si todo el peso de mis actos estuviera sobre mis hombros, como si no tuviera fuerza ni aliento, sucede que me canso, me agoto, siento el sabor de la sangre en mi boca y decido no seguir.
Es en momentos como estos en los que me escapo a lugares maravillosos, con olor a pasto y a frutilla, que suelen cruzar mi mente.

La puerta de mi oscura habitación esta entreabierta y solo logro distinguir en los bordes una blanca y brillante luz, que me aspira, me asfixia, me sumerge en una sensación de alivio y regocijo, me fortalece y me permite vivir con otros ojos el mañana, pesar de la falta de aire.
Solo veo pasto, maleza y túneles conformados por arboles, que por alguna extraña razón, a pesar de tener todos diferentes direcciones, me llevan al mismo lugar. No hay necesidad de escoger, siempre es el mismo lugar, campos de fresas, muchas fresas, rojas y jugosas fresas.
Siempre se ven apetitosas y huelen increíblemente bien, pero al momento de tomarlas y llevarlas a mi boca no siento nada, no distingo nada, no vivo nada y cuando eso ocurre, el estupor y la satisfacción se esfuman junto con los campos y quedo otra vez sentada sobre mi cama con una ilusión que se ha esfumado tan rápido como el olor a crema de fresas de mis manos.

Solo un día más para volver a experimentar el ser ligera, el no cargar nada, el comer fresas que me devuelven al mismo punto, pero que luego de mucho buscarme, me encuentran, me fortaleces y me permiten vivir, solo un día más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario